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domingo, 17 de octubre de 2010

Paradigma en la guerra y la paz: Miguel Grau

MIGUEL GRAU, UN HOMBRE EXCEPCIONAL.
José Betancourt Rivera*

Recordar a don Miguel Grau Seminario y su gesta heroica al mando del monitor “Huáscar” en el Combate Naval de Angamos el 8 de octubre de 1879 es un deber ético y una obligación patriótica de todos los peruanos, y al hacerlo es necesario entender y comprender la complejidad y excepcionalidad de su carácter y personalidad singulares.

El arrojo, la determinación y la valentía que demostró a lo largo de su vida, sumado a su honestidad, don de gentes, caballerosidad, y a una conducta excepcional como esposo y padre, hacen del Almirante Grau eI testimonio más elevado de patriotismo y ejemplo de vida para las generaciones de peruanos que encuentran en Grau un norte de valor, honestidad y arrojo, que inspira vidas y conductas humanas.

El Almirante Miguel Grau, cuyo padre fue un distinguido militar colombiano que participó en las guerras de la independencia, desde muy joven en su natal Paita evidenció su amor al mar, primero como marina mercante y luego como oficial de la Marina de Guerra del Perú, y su espíritu inquieto lo llevó a explorar mares y océanos distantes, adquiriendo un amplio dominio de las técnicas e instrumentos de navegación de la época, y una plena conciencia de la importancia de construir y mantener una fuerza naval poderosa.

Grau no solo fue un hombre excepcional como marino, que lo fue en grado superlativo, sino también como diputado y hombre de Estado comprometido plenamente en la defensa y promoción de los intereses nacionales del Perú.

Como diputado por Paita y miembro de la Comisión de Marina del Congreso, destacó nítidamente en el ejercicio de una función delicada que cumplió a cabalidad, como así lo demuestran las actas de las sesiones del Congreso que revelan las múltiples gestiones que realizó y las cartas que escribió a las más altas autoridades del Poder Ejecutivo, defendiendo siempre el respeto a la legalidad y al Estado de Derecho, y muy especialmente destacó en una gestión que se singularizó por una tarea constante de promover la consolidación de la fortaleza del Perú como potencia marítima en el Pacífico Sur, mediante la permanente capacitación de los miembros de nuestra Marina de Guerra, y a través de una política de Estado orientada a la adquisición y renovación de las unidades navales, tarea esta última en la que encontró las mayores dificultades, debido básicamente a la falta de visión y de compromiso de la clase política peruana con los intereses nacionales permanentes.

La excesiva turbulencia política, la elevada fragmentación del sistema político y la constante rivalidad entre los protagonistas de la clase política peruana, en el período comprendido entre el término de la notable gestión del Mariscal Ramón Castilla y el inicio de la fase naval de la Guerra del Pacífico, forjó en Grau un espíritu indomable de respeto al principio democrático y a la obediencia de las leyes, dentro del marco de un Estado soberano, fuerte, independiente, con una visión y misión superior y en un proyecto nacional de desarrollo sostenible a largo plazo, y ello requería, como sabiamente lo entendió, de una Marina de Guerra fuerte y poderosa. La férrea disciplina en el cumplimiento del deber, su juicio equilibrado en la adopción de decisiones, la claridad y transparencia de sus opiniones, su pericia técnica en el ejercicio del mando naval, y el alto conocimiento de las demandas operativas y estratégicas del combate naval, hicieron de Miguel Grau el marino más respetado y admirado por sus cualidades personales y profesionales no solo entre los oficiales, técnicos y subalternos de nuestra Marina de Guerra, sino también por todos los estamentos de la sociedad peruana.

El 8 de octubre de 1879 en el combate naval de Angamos el Almirante Miguel Grau Seminario alcanzó con su heroísmo y su patriotismo el más alto pedestal de la patria que se expresa en la devoción, admiración y respeto eternos a su notable trayectoria y gloria épica.

Deseo recordar lo que el historiador Jorge Basadre escribió en su “Historia de la República del Perú” sobre la gesta del Almirante Grau: “Enseñando con el diario ejemplo, que es la mejor manera como el jefe siempre puede enseñar, Grau acabó por hacer del Huáscar no sólo el mejor barco de la marina peruana sino la espada única y el solo escudo del Perú que detuvo la invasión durante seis meses largos y ello fue porque no sólo Grau tuvo coraje, sino además el don de organizar y disciplinar a los suyos, la destreza para tomar la iniciativa, la exactitud para conocer y medir cualquier situación, el don para el mando sin los cuales la bravura mayor y los conocimientos más profundos pueden resultar estériles.”

La excepcionalidad de la vida del Almirante Grau ofrece un legado de amor inmenso a la patria y es nuestro deber, para hacer honor a ese extraordinario testimonio de vida con valor y honestidad, construir una sociedad que sobre la base del respeto a principios y valores éticos, afirme el concepto de defensa de la soberanía y la integridad de la patria, y especialmente la importancia de defender siempre y en toda circunstancia los intereses nacionales permanentes del Perú.

Este 8 de octubre de 2010 recordamos la gesta heroica de Grau y la gloria que alcanzó en el combate naval de Angamos por mérito propio y en virtud de su excelso patriotismo, que lo colocó con justicia y razón en el más alto del altar de respeto y admiración del Perú a sus héroes, cúspide reservada solo para hombres extraordinarios en su amor y dedicación a la patria como nuestro Gran Almirante Miguel Grau Seminario.

* Ministro en el Servicio Diplomático de la República, actualmente ejerciendo funciones en la Embajada del Perú en Italia. Colaborador del «Foro Geomarítimo».

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