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miércoles, 18 de marzo de 2015

Mar de Grau: bienes y servicios del gran ecosistema marino peruano

Sin Brújula en el mar
Roberto Abusada Salah*

El mar peruano es el más rico del mundo, con una variedad enorme de especies de peces, moluscos y crustáceos. La abundante biomasa de anchoveta en el Perú ha originado la mayor industria de aceite y harina de pescado del mundo. En la década de 1990 la pesquería fue responsable de más del 16% del total de las exportaciones peruanas. Contrastando con esta gran riqueza, la institucionalidad que gobierna la pesca está plagada de vicios. El Viceministerio de Pesquería, encargado de normar las actividades de pesca, ha evidenciado durante años síntomas de incapacidad y falta de transparencia. ¡Durante el actual gobierno el viceministro de Pesquería ha sido cambiado cinco veces en un solo año! El Instituto del Mar del Perú (Imarpe), responsable de producir la información científica para la pesca y que el pasado fue una institución sólida, ha perdido capacidades, transparencia y calidad. En el caso de la anchoveta, por ejemplo, las mediciones de biomasa reportadas presentan enormes y poco creíbles fluctuaciones en lapsos de tiempo cortísimos, mientras que la cuota permisible de pesca como proporción de la biomasa ha ido declinando sin justificación alguna.
           
Entre los varios elementos que explicaron la caída del crecimiento de la economía en el 2014 están los llamados “shocks de oferta”, es decir, circunstancias inusuales o fortuitas que determinaron una menor producción. El ejemplo más dramático es el del colapso de la pesca de anchoveta atribuida al calentamiento del mar. Tal calentamiento ha sido similar al registrado en el 2012. Sin embargo, el año pasado la anomalía térmica del agua se sumó a la norma dictada en agosto del 2012 que ha parcelado el mar peruano en tres franjas que van desde la orilla hasta la milla 5, de la milla 5 a la milla 10 y más allá de la milla 10.


EL AÑO QUE PASÓ
La industria pesquera fue responsable de 0,3 puntos
porcentuales (S/.1.800 millones) en la caída del PBI.


Mientras la pesca artesanal puede pescar desde la orilla, la pesquería “de menor escala” puede hacerlo desde la milla 5, relegando las operaciones de la pesca industrial a operar solo a partir de la milla 10. El aumento de la temperatura el año pasado causó la migración de la anchoveta al interior de la milla 10, lo que originó el colapso de la pesca en los primeros siete meses y un 2014 en que se terminó pescando menos de la mitad que en el ya magro 2013. La industria pesquera fue así responsable de 0,3 puntos porcentuales (S/.1.800 millones) en la caída del PBI.

Más allá de algún extraño fetichismo de querer contar de 5 en 5, no existe argumento científico o técnico para la parcelación marítima, la cual es defendida por el Gobierno con tres argumentos: “redistribuir la riqueza entre armadores” (los dueños de embarcaciones), “incrementar el consumo humano directo” y “proteger el recurso”. Estos argumentos carecen de sustento en la realidad; la parcelación no ha tenido efecto alguno sobre la biomasa de anchoveta. Esta se ha mantenido estable en los últimos 12 años y no existe evidencia de impacto sobre las demás especies. Increíblemente, mientras se proclama el deseo de proteger el recurso, el Estado ha sido incapaz de establecer vedas y otras reglas aplicables a la gran mayoría de las especies. A  diferencia de lo que sucede con el camarón de río, todos podemos comprobar la comercialización legal de especies con tamaños cada vez más pequeños. Mientras tanto, la disponibilidad de anchoveta para consumo humano directo ha caído de manera abrupta el año pasado a unas 55 mil toneladas; menos de la mitad de la que estuvo disponible para la población en el 2011.

Lo que sí ha logrado el Gobierno es el incremento de la flota llamada de menor escala, que en la práctica se dedica a la pesca de anchoveta, principalmente para la fabricación de harina. Aproximadamente la mitad de toda esta flota es informal y permanece fuera del radar oficial dedicándose a pescar anchoveta ilegalmente (más de 400 mil toneladas) para abastecer plantas industriales ilegales o legales que procesan harina ilegalmente.

Un signo adicional de deterioro institucional estará dado por el extraordinario nivel de confrontación entre el Gobierno y la industria pesquera, confrontación comparable a aquella vivida durante el gobierno militar. Afortunadamente, esperemos que el nombramiento en setiembre pasado por parte del ministro Piero Ghezzi de un competente viceministro de Pesquería augure un mejor panorama a esta vital actividad.  
                                             

NOTA DEL EDITOR

* Director del Instituto Peruano de Economía (IPE). Fuente: Sección OPINIÓN del Diario “El Comercio”, edición martes 10 de marzo del 2015; pág. A21. Consulta 18/3/2015.