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sábado, 28 de septiembre de 2013

Puertos de aguas profundas: desafíos geomarítimos del siglo XXI

LA "ERA DEL PACÍFICO"
Emilio Castañón Pasquel*

Desde hace ya un buen número de años, se ha hablado del advenimiento de lo que se ha dado en denominar la "Era del Pacífico". Con esto tan sólo se quiere señalar que, tal como a la "Era del Mediterráneo" había sucedido luego, como ámbito focal de la historia universal, el ámbito oceánico del Atlántico, así también el desarrollo mundial terminaría por dar paso a la "Era del Pacífico" como escenario de la más alta tónica económica del mundo.

De ello se habló ya muy expresiva e imaginativamente mucho antes de la Segunda Guerra Mundial -y más después- especialmente en Estados Unidos, desde el momento en que se comenzó a percibir que el movimiento portuario del Oeste norteamericano tenía índices cada vez más altos en comparación con los de los puertos del Atlántico; y se pensó explicablemente que en el futuro, con la incorporación de China y la India al comercio mundial, el tráfico marítimo se incrementaría en el Pacífico a nivel no conocido antes en tal Océano o en cualquier otro ámbito oceánico.

Con el correr de los años -partiendo del ámbito académico del Japón- el tema fue tomando cuerpo, con especiales repercusiones en Estados Unidos, donde -según expresiones acuñadas en ese país- se llegó a pensar que el nuevo "corral" -o "patio trasero"- de ese país, había que verlo en el Pacífico y ya no sólo en Sudamérica; empezándose así a esbozar un proyecto de "latino americanización" de dicho Océano y sus territorios; esto es, llegar a controlar los países del caso para poder atribuirles luego una determinada función en el abastecimiento de Estados Unidos; y así también, un papel particular en la orientación de la inversión foránea de este país. Esto ha implicado ya, al parecer, una gradual disminución en el interés de invertir en América Latina.

De otro lado, y ya dentro del ámbito propio de Latinoamérica, es de subrayar que el advenimiento de la Era del Pacífico ha generado por parte de Brasil y Argentina en especial, tendencias hacia la búsqueda de fórmulas para estar presentes en alguna forma sobre el litoral del Oeste sudamericano. Y así, ya dentro de este litoral, todo aquello ha inspirado en Chile en particular una hipotética política ad-hoc mediante entendimientos adecuados con Australia y Filipinas.

Dentro de todo ese proceso -en creciente aceleración al presente- el alza del precio del petróleo a partir de 1973 introdujo un nuevo factor, en cierto sentido decisivo: la necesidad de contemplar el uso de barcos de unas doscientas a trescientas mil toneladas, para que el transporte de mercaderías entre las costas del Pacífico permitiera contar con fletes razonables para tales distancias; y así, finalmente, no se concibe hoy la real aparición de la Era de ese Océano, mientras no se cuente sobre su litoral con puertos capaces de recibir aquellos barcos, y que estén dotados de equipos adecuados para cargar y descargarlos en uno, dos o tres días a lo más; esto es, "puertos de aguas profundas" (PDAP).

Según las teorías que han inspirado tal Era del Pacífico -que en realidad son más que opciones teóricas, alternativas crudamente pragmáticas- sin la aparición de los puertos de tal tipo, esa Era retrasaría su advenimiento; pero, con la aparición de ellos, cambiaría en forma casi radical la presencia o la gravitación de cada país del Pacífico dentro de esta Cuenca.

La razón básica estaría en que las rutas de las principales navieras -transoceánicas-, tenderían a desarrollarse en el futuro sólo entre aquellos grandes puertos de aguas profundas (PDAP), los que se conformarían así como áreas de almacenamiento y de reparto de mercancías, mediante un subsecuente cabotaje periférico hacia los demás puertos próximos, con lo que el abastecimiento directo de Guayaquil, por ejemplo, podría llegar a depender del puerto peruano de Bayóvar. Y algo similar podría producirse en relación a parte del norte de Chile, en cuanto al puerto de Ilo.

Pero el Perú no tiene aún planes para hacer efectiva la calidad de PDAP que potencialmente tendrían Bayóvar e Ilo. Pero, en cambio, Chile si busca convertir Antofagasta en un efectivo PDAP, pese a la seria limitación que significa para él no poseer un "hinterland" adecuado para ello.

Por esto, complementariamente, se busca en Santiago ampliar vínculos con el norte argentino, el sur de Bolivia así como con Paraguay e incluso Brasil, al efecto que el correspondiente comercio exterior se oriente hacia el Pacífico por Antofagasta.

Es de anotar que sobre el Atlántico, -en Río Grande-, Brasil tiene ya organizado un significativo puerto de Aguas profundas, que en transcontinental juego diagonal con Antofagasta, pareciera conformar parte de una estrategia para absorber geovialmente al sur de Bolivia, norte argentino y Paraguay, a todo lo ancho de esa parte del Continente.

La baja tónica portuaria de Antofagasta demoraría, por ahora, tal estrategia que separaría la parte septentrional del Cono Sur de Buenos Aires con sus vínculos tradicionales, en especial recortando el correspondiente territorio económico de ese puerto.

Como fruto de ese proceso en marcha, se ha llegado hasta prever potenciales y serias pugnas e incluso conflictos directos, entre los puertos de aguas profundas contiguas (entre Buenos Aires y Río Grande en el Atlántico y entre Ilo y Bayóvar en el Pacífico, en relación a Antofagasta y Guayaquil respectivamente), como efecto de sendas políticas contrapuestas entre ellos y por las correspondientes políticas de atracción para convertir a cada uno, en puertos terminales preferentes para las rutas marítimas del caso.

Por lo demás, esto no será algo totalmente nuevo dentro de la historia humana lo que ojalá no llegue a producirse; pero para algunos analistas ello resultaría difícil de evitar, dentro de cierta conjunción de posiciones contrapuestas. Según ello, pareciera que la "Era del Pacífico" que adviene, no será todo lo pacífica que sería de desear.


NOTA DEL EDITOR

* Académico Geopolítico. Artículo publicado en Revista de Marina, 1985, 2, 144-155.


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